Etimológicamente el vocablo textil proviene del latín “textilis” que a su vez deriva de “texere” que significa tejer.
Todas las telas que usan como materia prima fibras entramadas o tejidas, reciben el nombre de textiles.
Para tejer se usaron hasta el siglo XX materias primas de origen vegetal como el algodón o el lino; o de origen animal, como la seda o la lana. A partir de dicho siglo, aparecieron las fibras sintéticas como el poliéster, usado principalmente para elaborar además de fibras, hilos de coser; y el nylon, de textura resistente y elástica, que no se arruga, descubierto en la década de 1930, por Wallace Hume Carothers, y que fue muy empleado en la fabricación de medias.
La fabricación de telas y ropas dio origen a la industria textil, de gran auge durante la Revolución Industrial (mediados del siglo XVIII) pues era muy grande la demanda de telas, desde los mercados coloniales. Las personas que trabajan en la industria textil como operarios, se denominan obreros textiles.
Una vez obtenida la materia prima, ya sea de plantas, animales o producidas por la industria química o petroquímica, viene el proceso de hilado para transformar las fibras en hilos, que en ciertos casos se tejen, antes de convertirlos en telas. Luego sobreviene el proceso de tintura y acabado; y finalmente la confección de la ropa. Es muy importante el aporte de la ingeniería
La ingeniería de la confección se ocupa de transformar las telas en bienes apreciados por los consumidores para prendas de vestir, o ajuar del hogar.